domingo, 3 de agosto de 2014


ARTICULOS DE ARTE


GRANDES PINTORES DE NIÑOS
No pretendemos relatar aquí las biografías de los artistas que seleccionamos como grandes pintores de niños, sólo brindamos algunos datos esenciales de cada uno y dejamos que actúe la inquietud del lector para averiguar más sobre ellos en enciclopedias o libros de arte. Hubo en España, en su siglo XVII, brillante en el arte y las letras y, paradójicamente, decadente en lo político y económico, un pintor sevillano, Bartolomé Esteban Murillo (1617-l682), que humanizó la pintura religiosa y creó un nuevo género pictórico: niños de la calle en situaciones diversas de la vida diaria, obras de carácter sentimental, de mucha gracia y encanto, y esa temática, dulcificada con su virtuoso pincel, evitó la denuncia social de la pobreza y el dramatismo tan buscado por sus contemporáneos barrocos. Esta serie de cuadros le dio un enorme éxito, no sólo en España, sino en el resto de Europa, en su propio siglo y en los dos siguientes. Muchos coleccionistas de arte se interesaron por poseer tan deliciosas obras, e incluso reyes, como Luis XVI de Francia (1754-1793). Más allá del pomposo o severo barroco, las pinturas de Murillo parecen contemporáneas del Rococó pictórico: suaves líneas ondulantes, bellos empastes de tonalidades pastel, fondos vaporosos… Pasamos al siglo XVIII: Inglaterra no había tenido grandes pintores nacionales en épocas anteriores, y mucho menos una Escuela inglesa de Pintura, pero en este siglo la nación deslumbró con dos géneros: el retrato y el paisaje. Dentro del retrato, los artistas ingleses descollaron en el de niños, compitiendo en belleza y calidad con los de Murillo, pero no eligieron los chicos de la calle, sino los de la aristocracia, con sus elegantes vestidos a la moda de la época, situándolos en idealizados bosques o jardines, sugeridos con gran soltura de pinceladas, como Sir Joshua Reynolds (1723-1792), quien hizo una espléndida carrera. Entre sus numerosos clientes se contó la zarina Catalina II de Rusia (1729-1796), y fue el primer presidente de la Real Academia de Bellas Artes de Londres. Thomas Gainsborough (1727-1789) es otro pintor inglés que merece citarse. Además de realizar retratos aristocráticos y ser un excelente paisajista, fue creador de una veintena de cuadros con niños en diferentes actitudes, ubicados en escenas campestres. Se dice que se inspiró luego de haber admirado obras de Murillo.
De los pintores argentinos recordamos a Ramón Gómez Cornet (1898-1964), nacido en Santiago del Estero. Luego de estudios y viajes por Europa, y llevando paralelamente una carrera de diplomático -1920: Canciller argentino en España; 1923: Cónsul argentino en Lisboa, Amsterdam y Sicilia-, regresó a la Argentina, sintiendo la necesidad de alejarse de las modernas corrientes pictóricas europeas y de pintar los seres de su tierra con un lenguaje propio. En 1943 creó el Museo de Bellas Artes de Santiago del Estero. Le dieron celebridad los niños provincianos que pintó: pobres, enfermizos, tristes; testimonios de la infancia carenciada del norte argentino. Fue la suya una pintura intimista, que no tiene mucha relación con el realismo: alteró las formas anatómicas, sobre todo en pies y manos; los rostros son como de niños viejos. Su línea de dibujo es austera, no decorativa o refinada, y el color de su paleta es terroso y seco como los áridos paisajes que rodean a esos seres desposeídos. Gómez Cornet logró establecer así un lazo coherente entre la forma –o el dibujo-, el color –o la pintura-, y los personajes y su entorno.
Nota de Juan Manuel Caldevilla publicada en Diario del Viajero N° 1153 (3 de junio de 2009)




Título: ¡AQUÍ ESTAMOS!
Autor: Juan Manuel Caldevilla
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